21.7.09

El fin de los ideales - King Kong Palace

El fin de los ideales...
Poner en escena King Kong Palace es dar vida a un relato sobre
el declinar de la vida, el declinar de la ilusión.
¿Somos ilusos los humanos al apostar por nuestras esperanzas?
¿Somos
más que un poco niños, quizás supinamente ingenuos al mantener en pie
nuestra fantasía?
¿Cuán infantiles resultamos al apostar por las apariencias?
¿Somos quizás los actores los que más pecamos en todos estos aspectos
cuando mantenemos la afirmación de hacer una profesión del representar
algo -para colmo, representar ilusiones y fantasías-?
Detrás del discurrir de cada historia de poder hay sin duda mucho que
ocultar y hay mucho que es tan sólo máscara y apariencia.
El problema surge cuando la apariencia es más que lo que se domina.
El problema continúa cuando ya ni las apariencias pueden sostenerse.
El problema se agrava, al punto de ser crítico, cuando al caer hasta las
apariencias se pone en cuestión la ilusión.
Reflexiones muy parecidas a la realidad Latinoamericana. Sin duda. Y
muy parecidas a lo que representa hacer arte y particularmente teatro,
en medio de esa realidad. Muy parecidas al día día que nos toca a cada
uno de los involucrados en una puesta.
Parecidos que nos llevan a ver, una vez más, quizás de forma demasiado
clara, cuán cerca estamos de quienes creemos que están más lejos que
nadie y a quienes quizás juzgamos con excesiva facilidad: los hombres
del poder, o tal vez debemos decir, las máscaras del poder.
Nadie está excento de caer. De corromperse. De que se le carcoman la
fantasía, la pureza y la ilusión.
Ni nuestros héroes más fantásticos, ni los reales -algún artista que
admiramos, quizás el propio padre-.
Si vamos a trabajar una temática en la que se pone en tabla de juicio
a alguien por arrastrarse por no perder su pequeño espacio de poder,
no perder la imagen que ha construido de sí, lo primero que debemos
hacer es encontrar lo que hay de todo eso en nosotros, en nuestro
proceder.
Si un equipo de teatro va a encarar este trabajo será con la premisa
de averiguar por donde podemos caer nosotros y qué pasa una vez que ni
la apariencia conseguimos mantener.
¿Demasiado conceptual?
No. La premisa se convierte en principio si uno sigue paso a paso el
proceso descrito.
Si los actores parten de presentarse como tales y

ofrecer su habilidad para dominar el arte de la interpretación, pero
realmente no consiguen sostener la máscara y pierden el poder y la
ilusión del "actuar", "representar" y en algún momento llegan a
dejarse estar en escena, nada más.
Si uno pierde la idealización del
estar en escena y llega a estar ahí, nada más.
Si uno pierde la
ilusión de las grandes puestas en escena y se termina entregando al
texto y al público, quizás para que lo devoren, porque al final de cuentas uno no es un héroe, nadie lo es...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

anoche vi la obra y me pareciò espectacular... se mezclan muchas sensaciones y lo q me gustò aun mas es lo musical ya q es el genero q mas me apasiona. Simplemente GRACIAS POR HABERME HECHO PASAR UN MOMENTO UNICO!!! VIVA EL ARTE ...

Euge dijo...

Muchas gracias.-

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